Si hay una decisión que resulta fundamental, a la hora de definir qué atmósfera y qué estilo queremos darle a un espacio, ésta es, elegir la paleta de colores con la que vamos a decorarlo. La elección estará condicionada a distintos aspectos, de modo que es una decisión muy importante porque decidirnos por una u otra gama de colores cambiará por completo el resultado final. Es, pues, una decisión que hay que tomar con calma y tranquilidad para asegurarnos de que estamos acertando.

Te contamos, paso a paso, y de la manera más resumida posible, por donde empezar para seleccionar una paleta de colores que resulte agradable y que además se alinee con tus preferencias personales así como las del espacio a decorar:

 

Observa la luz que recibe el espacio a decorar

Antes de decantarnos por una gama cromática u otra, hay que prestar atención a la cantidad de luz natural que recibe la habitación que queremos decorar. Los espacios muy luminosos son los más adecuados para hacer uso de colores saturados y oscuros, mientras que si la cantidad de luz es baja, es mejor elegir colores claros que potencien al máximo la luminosidad y la proyecten hacia la parte más interior de la habitación.

 

Elegir la paleta de colores de manera lógica

Comencemos por identificar un color de base existente en el espacio. Este color será el predominante en la decoración y lo ideal es que sea un color neutro, ya que esto nos permitirá introducir cualquier otro color a nuestra paleta, sin demasiados condicionamientos. Aplicarlo en las superficies grandes y en diferentes tonalidades, aportará movimiento al espacio y evitaremos con esto que el resultado final sea un espacio plano e insípido. Por tanto, el lugar o lugares ideales para el color principal, serán las paredes, el suelo e incluso los muebles de grandes dimensiones.

 

Armonizar el espacio a través del color

Una vez elegidos el color base, así como uno o dos más complementarios, hay que decidir en qué tonalidades vamos a introducirlos de manera que contrasten o armonicen bien entre ellos, dependiendo del efecto que queramos lograr. Estos colores que complementarán al color principal, podremos elegirlos en base a las necesidades del espacio y/o a nuestros gustos personales. Si, por ejemplo, el espacio necesita calidez, podremos continuar por añadir tonos rojizos y anaranjados. Mientras que si lo que la habitación necesita es frescura, optaremos por tonos fríos derivados del azul o incluso por tonalidades claras de verde.

 

Crear movimiento introduciendo texturas

Además de introducir diferentes tonalidades del mismo color, conseguiremos crear un espacio más vivo, si incorporamos diferentes texturas y patrones en los materiales. Esto nos ayudará a dimensionar y dar profundidad al espacio. Papel pintado, pintura decorativa con cualquier efecto o suelos con motivos en lugar de lisos, son sólo unos ejemplos de como aplicarlo en la práctica.

 

 

No olvidemos la función del espacio

Porque, aparte de gustarnos estéticamente, ha de resultar un espacio práctico y funcional que cumpla todas nuestras necesidades de uso y en el que nos sintamos a gusto. Así pues, la zona del salón es donde deberán predominar los tonos más suaves y calmados que inviten al relax, mientras que en la parte destinada a comedor podemos hacer uso de colores complementarios pero en gamas más saturadas que estimulen los sentidos.

Como apunte final, trataremos también de que la habitación armonice con el resto de estancias de la vivienda, para conseguir un resultado global más cohesionado y consistente.

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